Capítulo VI: Nuevas Sensaciones


Los días siguientes pasaron sin novedad, exceptuando por los días en los que vi a Tomás por los pasillos del instituto y el me saludaba con un gesto o me dedicaba una sonrisa, y yo como una tonta bajaba la cabeza sin saber que hacer. Cuando esto ocurría mi cuerpo se comportaba de una manera increíblemente extraña, las rodillas volvían a temblarme, como en oportunidades anteriores cuando él estaba cerca, mis manos sudaban, mi estómago se sentía muy extraño, como si algo estuviera vivo dentro de el, supongo que eso es a lo que llaman mariposas, y mis mejillas se encendían tornándose de un rojo intenso, o al menos así las sentía yo.
Era jueves y mi pesadilla estaba por comenzar, no quería tener que verlo a solas, por que sabía lo que me pasaba cuando lo miraba, pero aún así me sentía ansiosa, era como si necesitara verlo, algo estúpido por supuesto, como podía necesitar a alguien que apenas conocía, alguien con quien solo había compartido breves momentos, pero por algún extraño motivo, lo necesitaba.
Caminé hacia la cafetería después de despedirme de Josh en la puerta del salón de francés. Caminar hacia el encuentro con Tomás se sentía como una marcha hacia un inminente destino, cada paso que daba resonaba en mi cabeza y me hacía sentir más nerviosa de lo que nunca antes había estado. Doblé por el pasillo y lo vi, estaba parado en la puerta de la cafetería mirándose los zapatos al parecer. Suspiré y me acerqué, deseando no caerme o algo por el estilo.

-Estás listo-dije con la voz un poco ahogada por el nerviosismo que me causaba su presencia.
-Por supuesto-dijo mientras guiñaba un ojo de manera coqueta.

Ese gesto me hizo derretirme. Tragué saliva sonoramente y abrí la boca para hablar, pero las palabras sencillamente no salían, como si estuvieran atrapadas en un lugar de mi garganta formando un nudo que me imposibilitaba expresarme. Volví a tragar saliva, casi dolorosamente esta vez, y me armé de la valentía para hablarle sin titubear.

-¿Viniste en tu auto?-pregunté con curiosidad y la boca seca por el esfuerzo que me requería hablarle, sin sentir el impulso de decir algo estúpido y fuera de contexto que arruinara toda mi serenidad y revelara mis sentimientos que tanto trataba de ocultar.
-No, la verdad es que lo dejé en casa, pensé que sería mejor que compartiéramos el tuyo-añadió junto con una gran sonrisa, esa sonrisa que me cortaba la respiración. Abrí los ojos como platos. El solo imaginarme tenerlo cerca, en mi auto, estando solos, me hacía estremecer-Si no te molesta claro-dijo poniendo cara de serio.
-Claro que no-las palabras salieron de mi boca antes que pudiera pensarlas. Tendría que tener cuidado, no podía evitar decir la verdad cuando estaba cerca de él y eso podía terminar jugándome en contra.
Caminamos juntos hacia el estacionamiento, siempre en silencio. Yo iba aferrada con las dos manos a mis libros y el llevaba una de sus manos en el bolsillo y la otra la utilizaba para afirmar su mochila.
El estacionamiento estaba repleto, había chicos por doquier. Hice un esfuerzo para llegar a la puerta del piloto de mi auto, ya que el auto al lado del mío estaba muy cerca. Tomás iba detrás mío, creo que no se dio cuenta que habíamos llegado al que era mi vehículo, ya que en vez de dar la vuelta para subir al asiento del copiloto, estaba a mis espaldas.
-Este es-dije indicando con la mano.
-Lo siento daré la vuelta-dijo sonriendo torpemente.
Miré como Tomás intentaba dar la vuelta por detrás, pero no lo logró, debido a que los chicos del vehículo siguiente bloqueaban la pasada. Dio media vuelta y se dirigió hacia mí.

-Creo que tendré que pasar por aquí-dijo algo nervioso.

El espacio era muy estrecho, por lo que tendría que pasar muy pegado a mí para lograrlo. La perspectiva de tenerlo tan cerca, me hizo poner nerviosa y mis palmas comenzaron a sudar.

-Claro-añadí, intentando ponerme de lado para ocupar menos espacio. Logré ganar un par de centímetros, pero no los suficientes para evitar que su cuerpo pasara rozando el mío. Con cuidado, se puso de lado también y caminó lentamente, pude sentir como su cuerpo se pegaba al mío, él era bastante más alto que yo, pero igualmente nuestros cuerpos se rozaban. Ese día hacía calor, por lo que el traía una palera de manga corta y yo una con tiritas, por lo que pude sentir su piel desnuda en contacto con la mía. Sin querer puse mis manos sobre su torso para evitar que me aplastara y pude sentir sus músculos a través de la ropa. M0rd’i mi labio inferior inconscientemente por el deleite que me causaba su cercanía. Tomás era un chico delgado, pero su cuerpo era muy atlético. Cuando me apoyé, el me miró de manera intensa y cautivadora, como si disfrutara tanto como yo ese leve contacto. A pesar de su altura, nuestros rostros se encontraban a pocos centímetros de distancia.
Esto me hizo sentir de manera muy extraña, más que de lo costumbre, jamás había sentido algo así. El me gustaba y mucho, eso estaba claro, pero no era solo eso, era más. Una extraña sensación de calor recorrió mis venas e hizo que me sonrojara, mi respiración se aceleró y pude notar que la de Tomás también. Y fue entonces cuando me di cuenta de lo que era esta nueva sensación. Yo deseaba a Tomás. Comencé a imaginar sus manos recorriendo mi piel, su boca en mis hombros, mi cuello, besando intensamente mis labios, dejándome sin respiración. Mi temperatura aumentó aun más. Mordí mi labio aun mas y el sonrío, lo que me hizo sentir muy avergonzada. Miré hacia abajo para ocultar la vergüenza gigante que estaba pasando y deseé con todas mis fuerzas que no se diera cuenta de lo que pasaba por mi mente.
Dio la vuelta al auto y se subió en el lado del copiloto. Cuando se sentó yo ya estaba adentro y con las llaves puestas en la partida. Lo miré de reojo mientras se abrochaba el cinturón y puse el vehículo en reversa para salir del estacionamiento, al principio me costó debido a la gran cantidad de gente que estaba allí, pero hice rugir el motor de manera que se dieran por entendidos que me pondría en marcha tanto como si ellos salían de mi camino o no.
Ya estábamos en la carretera camino a casa cuando Tomás giró su atlético cuerpo hacia mí.

-¿Has pensado en qué clase de canción presentaremos para el trabajo?-dijo claramente tratando de hacer que el viaje fuera algo menos incómodo, dado que hasta ahora habían sido 5 minutos de profundo silencio.
-No, la verdad es que no, no he tenido para pensar en ello-contesté sin quitar la vista de la vía-¿y tú?-pregunté de forma automática, como por reflejo.
-Estaba pensando en algo así como una canción romántica o algo de ese estilo, tengo algunas ideas, pero nada concreto-suspiró e hizo una mueca como de disgusto.
-Si, creo que es una buena idea-repliqué, aunque no me lo parecía mucho, lo menos que quería en este minuto era sentirme romántica cerca de Tomás.

El muchacho sentado en el asiento del copiloto sonrió debido a la aceptación de su idea o quizás por algo más. Giró su cabeza nuevamente para mirarme y sin pensarlo, me giré a mi misma para encontrar su mirada.
Nuestros ojos se toparon y aunque fue solo un par de segundos me pareció eterno. Una eternidad angustiantemente provocadora y que me encontré a mi misma anhelando cada vez mas.
Nos acomodamos nuevamente en nuestros correspondientes asientos y no volvimos a dirigirnos la palabra o la mirada hasta que llegamos a casa.

-Bueno, aquí es-dije mientras aparcaba el auto en la acera.
-Linda casa-dijo intentando ocultar su impresión.
-Gracias, pero no te sorprendas, no es nada fuera de lo común, solo es grande-dije tratando de hacerlo sentir menos intimidado por la gran casa que se alzaba ante nosotros-demasiado grande incluso para mi gustó-repliqué.

Apagué el motor y bajé del auto. Tomás hizo lo mismo.
Caminé hacia la entrada y pude sentir los pasos de Tomás detrás de mí, abrí la puerta y le hice un gesto de que pasara, ingresé la clave en la alarma y cerré la puerta tras nosotros. Lila salió a recibirnos.

-Hola cariño, ¿quién es tu amigo?-preguntó la amable mujer con notoria curiosidad por el muchacho que me acompañaba.
-Hola Lila, el es Tomás, es un compañero del instituto, está aquí para hacer un trabajo-le contesté- Tomás, ella es Lila, es nuestra ama de llaves.
-Mucho gusto-dijo Tomás extendiéndole la mano la cual Lila recibió cordialmente.
-¿Quieren algo de comer?-inquirió Lila.
-Más tarde quizás-repliqué-tenemos que apresurarnos si queremos terminar el trabajo hoy-dije observando el reloj en la pared.
-Está bien cariño, pero cualquier cosa me avisas-dijo mientras me regalaba una amplia sonrisa que hacía que se le marcaran las arrugas.
-Claro-agregué.
-Por aquí Tomás-le indiqué para que me siguiera.

Entramos en mi habitación, dejamos los bolsos en un rincón y nos sentamos en el sofá con cuadernos en la mano para anotar las ideas. Estuvimos en silencio mucho tiempo hasta que Lila llamó a la puerta.

-Cariño les traje unas galletas y algo de jugo-dijo dejando la bandeja sobre el escritorio.
-Gracias Lila, pero no era necesario-le dije haciendo una mueca de reproche.
-Lo sé Danielle, pero la verdad es que les traje algo ahora, ya que si lo piden más tarde no estaré aquí porque voy al supermercado, estarán solos u par de horas-dijo guiñándome un ojo. ¿Qué se supone que significaba eso?
-Solos…-repliqué tragando saliva sonoramente.
-No te preocupes, no será mucho tiempo-dijo mostrando una sonrisa picarona.
-Está bien-dije rezongando un poco-vuelve pronto.
-Adiós-dijo Tomás con una voz sumamente cordial.
-Adiós-respondió Lila. Escuché cuando Lila cerró la puerta de entrada y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Tomás y yo estábamos solos.
-¿Puedo hacerte una pregunta?-inquirió Tomás.
Sin pensarlo me giré para observar su rostro y quedé hipnotizada por sus ojos.
-Claro-dije casi embobada por su mirada. Era patética la manera en que sus ojos me atrapaban como si una fuerza invisible me obligara a observarlos con detenimiento y perderme en ellos sin querer encontrar la salida
-No es que quiera ser entrometido ni nada de eso, pero la verdad es que me gustaría conocerte un poco más-dijo con esa sonrisa suya que me quitaba el aliento y la cordura-¿Vives con tus padres?-preguntó con verdadero interés.
-Solo con mi padre, mi madre murió de cáncer cuando yo tenía 5-contesté.
-Lamento oír eso-añadió con un poco de tristeza, como si hubiera tocado un tema delicado.
-No te preocupes, después de tantos años me es más fácil hablar de ello-dije para despreocuparlo-¿y tú con quien vives?-no lo dije por cortesía, de verdad quería saber todo sobre él, aunque sabía que esto me traería problemas a la larga.
-Vivo con papá hace tres años, mis padres se divorciaron hace 5 y mi madre volvió a casarse, y la verdad es que no me gustaba mucho el tipo, así que decidí irme a vivir con papá-dijo de forma madura, no podía creer que un chico de 17 años pudiera tomar las cosas con tanta sensatez, la única persona que conocía así era yo misma.
-¿Y tienes algún pasatiempo o algo así?-añadí.
-Si, me gusta tocar el piano y práctico natación-contestó con gusto. Ahora entendía de dónde sacaba esos músculos, esa figura perturbadoramente admirable, ese cuerpo tan atlético y deseable. Meneé la cabeza para sacar las ideas de mi mente.
-¿Y tú que haces?-preguntó con curiosidad.
-Yo toco la guitarra y compongo música-dije observando sus cautivadores ojos.
-¿Tocarías algo para mí?-me solicitó. Su mirada era dulce cuando realizó su petición y se mordió ligeramente el labio inferior como en forma de una juguetona suplica.
-Claro-dije. Me era imposible rehusarme a sus peticiones. Me levanté y tomé la guitarra, volví a sentarme en el sofá. Medité por un segundo lo que iba a tocar, y entonces recordé la melodía que había compuesto unos días atrás y comencé a hacer bailar mis dedos entre las cuerdas.
-Vaya eso es hermoso-exclamó cuando terminé de tocar-deberíamos usarla para el trabajo de música-dijo entusiasmado.
-Claro-dije contagiada con su entusiasmo.
-Mira que tal si tú tocas la guitarra, yo toco el piano y nos juntamos el sábado en mi casa para escribir la letra-dijo con una amplia sonrisa como si de pronto todo encajara.
-Me parece bien-asentí.
-Bueno, entonces si ya terminamos creo que debería irme.
-No, dije algo más alto de lo que debía-es decir, porque no comes de las galletas que nos trajo Lila, no querrás decepcionarla verdad-dije tratando de disimular las verdaderas razones por las que quería que se quedara. Me miró y sonrío ampliamente como si hubiera estado esperando que lo detuviera. Acaso era mi imaginación o yo le gustaba a él también. No eso no podía ser.
-Está bien, pero con una condición-dijo de manera traviesa.
-¿Condiciones?-pegunté extrañada.
-Quiero que me hables más sobre ti-dijo con su adorable sonrisa en el rostro-así que ¿qué dices?-parecía regocijarle la idea de conocerme, por alguna extraña razón sentía interés por mí.
-Está bien-dije rendida, seguía sin poderme rehusarme a él y creo que ya lo había notado.

Hablamos largamente, me preguntó por mis pasatiempos, mis amigos, mis gustos y yo hice lo mismo. El era tan fascinante, no podía creer que un chico tan guapo fuera también tan inteligente y tan profundo. Era como si cada una de las cosas que decía me inundara y me permitiera navegar entre sus pensamientos y su corazón. Sus palabras sonaban tan sinceras, como si tuviera total confianza en m’ y no tuviera miedo de mostrarse tal y como era, o al menos así lo percibía yo.

-Ultima pregunta y me voy ¿de acuerdo?-dijo dedicándome una media sonrisa. Hizo un gesto como si estuviera meditando que era lo mejor para preguntar hasta que pareció decidirse.
-¿Tienes novio?-dijo mientras me miraba fijamente a los ojos lo que me hizo sonrojarme.
-¿Para qué quieres saberlo?-dije poniéndome inmediatamente a la defensiva.
-Danielle, solo limítate a responder la pregunta por favor, no te me pongas difícil-añadió mordiéndose un poco el labio inferior lo que le dio un aspecto juguetón y seductor.
-No-dije mirando al suelo para evitar pensar en lo mucho que quería besarlo en ese momento, en lo mucho que sus labios me provocaban e invitaban a danzar en un interminable beso. En lo mucho que deseaba que él fuera novio.
-Es bueno saberlo-dijo como si lo que hubiera escuchado le hubiera sido muy agradable.

Quise interrogarlo, preguntarle acerca del porque de su aparente alegría por el hecho de que no tuviera novio, más sin embargo las palabras se tropezaban en mi mente sin firmar pensamientos coherentes.
-Oh- fue lo único que logré articular. Guardé silencio y no supe que más decir al respecto.

-Ahora de veras debo irme- dijo mirando la hora en su reloj y luego mirándome a mí. Su boca decía que debía irse, pero pude ver en su rostro que no quería marcharse, quizás tanto o más como yo quería que se quedara.
-Llamaré un taxi-dije con algo de decepción en mi expresión.

El taxi, para mi mala suerte, se demoró menos de 5 minutos en llegar. Acompañé a Tomás hasta la puerta, aunque lo que realmente quería hacer era perderme entre sus brazos y recorrer sus labios con los míos, descubrir su sabor, acariciar su lengua con la mía y enredar mis dedos entre su brillante cabellera.

-Bueno, creo que es hora de decir adiós-dijo Tomás suspirando.
-Si, creo que sí-dije con tristeza en la voz-supongo que nos vemos en el Instituto-añadí.
-Claro, cuento los minutos para volverte a ver-dijo sonriendo y manteniendo su vista fija en mí. Sus palabras me hicieron sonrojarme de manera extrema.

Me acerqué para besar su mejilla, concentrándome y diciéndome a mí misma que no hiciera nada estúpido. Estaba tan cerca de él que podía sentir su respiración, su perfume y el calor de su piel. Mis labios se acomodaron para besar suavemente su rostro, pero él se movió un poco por lo que mis labios rozaron la comisura de los suyos.
Se apartó de mí y se subió al taxi. Entré a la casa y cerré la puerta tras de mí. Toqué mis labios tibios aún por ese leve roce. Ya no podía negar más esa sensación, no podía negar lo que estaba ocurriendo, y la verdad es que ya no quería seguirlo haciendo. Yo estaba inequivocamente enamorandome de Tomás.




1 comentarios:

Nathalie dijo...

El dolor es como el aire, viene y se va, pero cuando llegan las tormentas el dolor se vuelve fuerte y angustiante, qe es lo qe tienes contra el dolor.... la vieja chaqueta que alguna vez te quito el frio?, quizas eso no es suficiente ahora , o tal vez no sabes donde la dejaste y piensas que tu propio calor no es suficiente....donde puedes encontrar otro abrigo, dificil, no! aunque no lo creas aca yo tengo un abrigo con calienta cama incorporado xD ( supongo qe las metaforas se entienden) bueno el punto es que aqui estoy para escucharte, a veces faltan las palabras pero entiendo tu dolor, quizas no con la misma intensidad porqe no lo estoy viviendo en este momento, pero se fuerte y constante recuerda tu optimismo y ten en cuenta que tu puedes, como te dije, porque eres tú, y eres una muy linda persona, y no me gusta que las personas como tu tengan este tipo de dificultades en su vida, bueno resumiendo... tienes mi apoyo :)

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